Adaptándonos para Ser más Resilientes al Cambio Climático

Ya que los eventos climáticos continuarán incrementando en intensidad, es muy importante poder desarrollar y construir resiliencia en nuestra unidad productiva

Frente a los diferentes desafíos y oportunidades en un mundo cambiante con eventos inesperados, es ideal contar con muchas herramientas que nos permitan planificar, responder o identificar cómo podemos prevenirlos o reducir sus impactos.
Según la RAE, la “resiliencia” se define como la capacidad de un ser vivo de adaptarse frente a una situación adversa. Concepto que incluye desarrollar la habilidad o tener acceso a las herramientas para afrontar y superar situaciones o actividades que no podemos controlar. Esta habilidad es útil en diferentes escenarios de nuestras vidas, sin embargo, al aplicarse en la agricultura las situaciones inesperadas pueden relacionarse a muchos factores, desde variaciones en precios de insumos como fertilizantes, semillas o combustible; cambios en los patrones de temperaturas, disponibilidad de agua, eventos extremos como inundaciones o sequías, hasta plagas y enfermedades comunes o nuevas para la región.
Muchas de esas variaciones climáticas se han convertido en situaciones más frecuentes, más extremas y con mayor intensidad, y afectan no solo los rendimientos, sino también la calidad y el acceso a los alimentos para nuestras comunidades. La comunidad científica está de acuerdo en que el cambio climático, resultado definitivo de acciones humanas, ha llevado a climas cada vez más y más extremos. Ésto se ve en olas de calor con temperaturas más altas, sequías más largas, lluvias y tormentas más fuertes, entre otros fenómenos que podrían continuar en los siguientes años.
Ya que los eventos climáticos continuarán incrementando en intensidad, es muy importante poder desarrollar y construir resiliencia en nuestra unidad productiva. Pero, ¿Qué significa eso? Implica conocer e identificar las herramientas que nos permitan planificar con anticipación los efectos o impactos de estos eventos extremos o prácticas que podemos implementar para enfrentar sus consecuencias.
El acceso a la información nos facilita identificar las mejores prácticas que nos permitan saber cuándo es el mejor momento para plantar, irrigar (o regar) y cosechar, y también acceder a herramientas que nos permita conocer los riesgos de bajas o altas temperaturas para cultivos que son sensibles a estos cambios o como el macroclima de mi región ha ido cambiando a lo largo del tiempo extendiendo o reduciendo la temporada de cultivo. Algunas herramientas interactivas acerca de las heladas, patrones en el clima, sequía entre muchas otras, han sido desarrolladas para el uso de los agricultores y agricultoras , para acceder a esta información pueden hacerlo a través de este vínculo.
Estas herramientas incluyen predicciones de temperatura y el riesgo por ejemplo, que conlleva para manzanas, predicciones de zonas de sequía, zonas de resistencia a las heladas y otras herramientas que identifican la probabilidad de éxito de diferentes cultivos dependiendo de su fecha de siembra. Los invitamos a revisar estas herramientas, y contactarnos si necesitan apoyo para su utilización o interpretación de la información.
Sin embargo, es importante combinar la planificación con la implementación de estrategias de manejo durante la producción agrícola que pueden incluir prácticas de labranza mínima, labranza cero, manejo eficiente de nutrientes, cultivos de cobertura, sistemas agroforestales (combinación de árboles y cultivos), sistemas silvopastoriles (combinación de ganado con árboles), entre muchas otras.
Los beneficios o impactos de realizar estas prácticas es que permiten mantener suelos saludables, incrementar el almacenamiento y disponibilidad de agua para los cultivos, reducir la pérdida de nutrientes por lluvias o sequías, en general fortalecer la resiliencia de los cultivos no solo a situaciones climáticas, pero a diferentes enfermedades o plagas, lo cual se traduce al final en menor pérdida de nuestros recursos.
Mientras que es imposible manipular el clima en un área, sí es posible implementar prácticas que pueden modificar el microclima en una finca, que incluye ajustar las condiciones de ese espacio. Una estrategia para esto, por ejemplo, es establecer sistemas agroforestales, que incorporen la mezcla de árboles y cultivos. Incorporar árboles en fincas puede influir en las condiciones de ese espacio porque regula la temperatura a través de la sombra, reduce la evaporación, reduce el impacto del viento al actuar como barrera, mantiene la humedad del suelo, aumenta el reciclaje de nutrientes y la materia orgánica.
Pongamos de ejemplo a una familia de agricultores, Roberto y Daniela, tienen una finca en una zona costera con mucho viento. Siempre le han gustado los árboles, y consideran son un complemento y parte importante en una finca, sobre todo en su caso decidieron plantar árboles en fila en ciertas partes de su finca para reducir el viento, como una barrera protectora. Con el tiempo, se dieron cuenta que también les ayudan a a mantener temperaturas más calientes cuando hacía mucho viento.
También, decidieron sembrar árboles en una zona inclinada que se les había inundado en años anteriores, y se dieron cuenta que la cantidad de agua que corría y se acumulaba en esta zona fue disminuyendo con el tiempo. Así los árboles no sólo crearon un espacio acogedor, sino que les permitieron mejorar ciertas condiciones en su finca.
Sin embargo, recordemos que cada finca o parcela tiene condiciones específicas, que las hace únicas. Las estrategias que pueden ayudar a un agricultor no necesariamente ayudarán a otro. Diferencias en condiciones, terrenos y cultivos son factores relevantes al decidir qué prácticas deberíamos implementar.
Por ello, es importante conocer nuestras condiciones específicas, nuestras limitaciones y nuestras fortalezas, para potenciar e implementar aquellas prácticas que nos permitan fortalecer nuestra unidad productiva, incrementar su resiliencia y la de nuestras familias frente a lo inesperado. El mundo está y seguirá cambiando, y las familias agricultoras que adaptan sus prácticas a las nuevas realidades ecológicas y económicas tendrán más probabilidad de prosperar.

Adrián Cardona Young

Adrián is a sophomore in the College of Agriculture and Life Sciences studying Environmental Engineering. Born and raised in Costa Rica, Adrián learned about the significance of farming and the way small farms can create significant impacts in achieving sustainable growth of agricultural production. Adrián looks forward to collaborating with farmworkers to help grow their diverse agricultural projects and to learn more about the variety of practices farmworkers can employ to do so. He's particularly excited to work with Latine farmworkers to help his community in upstate New York, and hopes to learn more about the ways agriculture can be a tool for social change. Pura vida!